7.2.05

La leyenda del vampiro

Si hay una criatura de terror que nos atemoriza y fascina al mismo tiempo, esa es, sin duda, el vampiro. Las leyendas hablan de monstruos que se alimentan de sangre, que huyen de la luz del sol y que son repelidas por el ajo. Es evidente que los vampiros no existen, y no son más que invenciones y mitos del folklore tradicional, aderezados por las nuevas películas y novelas.

Sin embargo, y como se suele decir, toda leyenda tiene su semilla de verdad. Y no estoy hablando de Vlad, el empalador, personaje en el que se basó Bram Stoker para escribir "Drácula", sino en otra serie de sucesos o fenómenos que podrían explicar el mito del vampiro. Se trata de una rara enfermedad llamada porfiria.

La porfiria es un desorden del metabolismo, adquirido o heredado, que afecta a la creación de los grupos hemo de la sangre, aquellos que transportan el oxígeno, haciendo sufrir una anemia crónica a aquellos que la padecen. Pero ese no es el problema más grave de la porfiria, pues otros enzimas podrían suplir la falta de los grupos hemo. El problema más grave es que se suelen acumular en los tejidos unas sustancias llamadas porfirinas, que son tóxicas en altas concentraciones. Y no solo eso, sino que las propiedades de las porfirinas hacen que sean fotosensibles.

¿Y que tiene eso que ver con los vampiros? Bueno, estas personas suelen necesitar transfusiones de sangre muy a menudo, cosa que se puede conseguir en estas épocas, pero imaginaos hace doscientos o trescientos años. Es posible que alguno de los aquejados de esta enfermedad sufriera alguna mejora si ingería sangre de animales, de donde puede venir la leyenda de los chupadores de sangre.

¿Y el rechazo a la luz solar? Los afectados por la porfiria suelen tener acúmulos de porfirinas en la piel, que resultan ser fotosensibles. Las porfirinas absorben terriblemente bien los rayos solares y dispersan la energía en torno a los tejidos circundantes, provocando normalmente quemadoras graves en la piel.

¿Y el ajo? Al parecer, el ajo podría tener algún compuesto que, o bien pudiera provocar alguna reacción alérgica a las porfirinas, o bien intensificase la acción de estas sobre la piel. En cualquiera de los dos casos, mala cosa para un porfírico.

Ahora imaginaos que no sabéis nada sobre las porfirinas y estáis en una época de supersticiones, magia y monstruos. Imaginad que un vecino vuestro se quema cuando le toca la luz del sol, no tolera el ajo, y cerca de ahí han aparecido animales desangrados, y decidme que no le claváis una estaca en el corazón ...

Para saber más:

- La química de los vampiros.
- Natural phenomena that propagate the vampirism myth.
- Porphyria.

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